
Cosa rara es llorar. Para las hormigas nuestras lágrimas deben ser lluvia y para las bacterias chiquititas, las lágrimas de las hormigas deben ser su lluvia. Pero volvamos, qué cosa rara es llorar; ahora lloro y no concibo la idea de que mis ojos hagan lluvia. Dicen, que mi cerebro le informa a mis glándulas lacrimales que ando triste, entonces estas para liberarme lloran. Pero igual no entiendo, mis glándulas lacrimales deben de ser muy flojas pues hacen mal su trabajo. Lloro y sigo igual, no me liberan, sigo con esta sensación pegajosa en el alma, con esa desolación interminable. Lloro, sigo llorando, de pronto todo es una especie de diluvio, un desbordamiento increible; creo entonces haberme liberado, pero nada. Mis pobres glándulas agotadas se rinden, solo quedan unas infortunadas y empapadas hormigas que han sufrido todo este experimento lacrimal. Maldiciéndome, prometen ir esta noche a mi cama y picarme en forma de venganza.
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