sábado, abril 12, 2008

Ennubecida.



Lugar: Ayacucho



A veces creo que las nubes son las culpables de mis tropezones y caidas. Me entretengo con ellas, las cuento, las pierdo, las vuelvo a contar.
Siempre es lo mismo, me entretengo tanto que no doy cuenta del camino que ando siguiendo, me olvido de mis miedos, de mis desesperanzas y sigo caminando con los ojos hacia el cielo, imaginando que en algún momento aquella nube gorda y pesada me arrojará una gotita de lluvia. Camino totalmente ennubecida hasta que no logre toparme con algún hoyo profundo y me haga caer violentamente. Entonces me daré cuenta que no estaba despierta, le echaré la culpa a esas tontas nubes por no dejarme ver mi camino, mi verdadero camino, ese sendero gris y maltrecho lleno de aciagos agujeros. Lloraré, es cierto, yo siempre lloro, pero también me levantaré y limpiaré mis rodillas lastimadas, seguiré caminando de frente, siempre de frente con el mayor de los cuidados. Pero también es cierto que volveré a ennubecerme, volveré a creer que mi camino no es el que sigo, sino el que se dibuja sobre mi cabeza, ese camino lleno de nubes blancas y gordas que hacen que pierda la sensatez y el cuidado. Recordaré mi caída y sin embargo me dará igual, me importará nada el caerme otra vez y lastimarme si aun puedo mirar al cielo y sentirme así tan volada, tan boba y ligeramente feliz.







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